La opinión de uno de los mayores críticos de Bitcoin vuelve a encender el debate sobre el rol estatal de las criptomonedas.
Mientras el gobierno del Reino Unido avanza con sus planes de vender parte del Bitcoin incautado en 2018 -equivalente a unos ₤5.000 millones (USD $6.700 millones)-, la reacción de Peter Schiff no se hizo esperar. El economista y ferviente defensor del oro celebró la posible liquidación, afirmando en su cuenta de X: «Por una vez, los británicos podrían tener razón».
La declaración tiene doble filo: por un lado, Schiff respalda una medida que ve como sensata desde el punto de vista fiscal, pero por el otro, lanza una crítica implícita al papel que están asumiendo los Estados frente a los activos digitales.
«Tal vez Saylor los compre»
En tono irónico, Schiff también deslizó la posibilidad de que Michael Saylor, CEO de Strategy -conocido por sus fuertes compras de BTC-, adquiera parte de los fondos: «Tal vez Saylor los compre. Espero que Estados Unidos no lo haga para su Reserva Estratégica».
Su comentario no solo apunta al maximalismo Bitcoin, sino que abre la puerta a una discusión que está ganando fuerza en los últimos meses: ¿debería Bitcoin formar parte de las reservas soberanas?
Con una inflación persistente, deuda creciente y desconfianza en el sistema fiduciario, el uso estatal de Bitcoin ya no parece tan descabellado. Pero Schiff insiste en que su único destino legítimo es el mercado privado… o el oro.
Un debate global
La declaración de Peter Schiff se produce mientras varios países debaten activamente su postura frente a las criptomonedas. La posibilidad de que los gobiernos utilicen activos digitales para cubrir déficits fiscales o fortalecer sus balances genera posturas divididas: algunos lo ven con recelo por el riesgo y la volatilidad, mientras que otros lo interpretan como un reconocimiento tácito del valor estratégico que representan estos activos.
Pero la frase final de Schiff encapsula un temor más profundo: que los Estados adopten Bitcoin no por convicción, sino por desesperación. En ese escenario, el discurso cambia. Y la resistencia inicial de figuras como Schiff puede convertirse en advertencia: cuando los gobiernos comienzan a vender Bitcoin, no siempre es por debilidad del activo, sino por debilidad propia.
