Si Bitmain se ve afectada, ¿qué es lo primero que se rompe en la industria minera de Estados Unidos?

El gobierno de Estados Unidos ha iniciado una revisión de seguridad sobre Bitmain, el fabricante con sede en Pekín que vende la mayoría de los equipos de minería de Bitcoin del mundo. Una investigación federal de varios meses, conocida internamente como Operación Red Sunset, ha estado indagando si las máquinas de Bitmain pueden ser controladas remotamente para espiar o ser utilizadas para interferir con la red eléctrica estadounidense. La pregunta suena abstracta, como algo que pertenecería a un memorando clasificado. Pero las respuestas aterrizan en lugares muy comunes: bancos de reparación en Dakota del Norte, patios de envío en Oklahoma y los calendarios de actualización de cada minero que depende del hardware chino.

Antes de poder seguir lo que se rompe, hay que entender qué está haciendo realmente Washington.

Dentro de la Operación Red Sunset

Según documentos revisados por Bloomberg y personas familiarizadas con el asunto, Red Sunset ha estado en marcha en varias agencias durante aproximadamente dos años. Homeland Security lidera la investigación, con apoyo del National Security Council. El objetivo es determinar si los equipos de Bitmain pueden ser controlados desde el exterior de una manera que los haga útiles para espionaje o sabotaje.

Los agentes federales ya han tenido contacto directo con el hardware. Algunos envíos de Bitmain fueron detenidos en puertos estadounidenses y desarmados en mesas de inspección, examinando sus chips y firmware en busca de capacidades ocultas. Los funcionarios también analizaron cuestiones de aranceles e importación, mezclando preocupaciones de seguridad con una aplicación comercial más rutinaria.

En una declaración enviada por correo electrónico a Bloomberg, la empresa calificó de “inequívocamente falso” decir que puede controlar remotamente las máquinas desde China, y afirmó que cumple con la ley estadounidense y no realiza actividades que amenacen la seguridad nacional. También dijo no tener conocimiento de ninguna investigación llamada Operación Red Sunset y que las detenciones anteriores de su hardware estaban relacionadas con preocupaciones de la Federal Communications Commission, donde “no se encontró nada fuera de lo común”.

Los funcionarios no están debatiendo esto en el vacío. Un informe del Senate Intelligence Committee ya ha señalado que los dispositivos de Bitmain son vulnerables y susceptibles de manipulación desde China. Hace algunos años, investigadores encontraron firmware de Antminer que permitía el apagado remoto; Bitmain lo presentó como una función antirrobo inacabada y luego lo corrigió, pero el episodio dejó huella.

Red Sunset también se apoya en un caso concreto. En 2024, el gobierno estadounidense obligó a cerrar una operación minera vinculada a China cerca de una base de misiles en Wyoming debido a riesgos de seguridad nacional relacionados con miles de equipos en ese sitio. El hardware era similar, pero la ubicación mucho más sensible.

Así que el gobierno ve a Bitmain como algo más que un proveedor. Trata a la empresa como un actor de infraestructura que opera cerca de la red eléctrica y, a veces, cerca de ubicaciones estratégicas. Así es como un fabricante de ASIC termina en el mismo conjunto de documentos que empresas de telecomunicaciones y equipos de energía.

Y todo esto sucede mientras Bitmain profundiza sus lazos con un cliente estadounidense muy visible.

La máquina minera de Estados Unidos está llena de metal Bitmain

En marzo, una pequeña empresa cotizada y relativamente desconocida anunció que escindiría un nuevo emprendimiento de minería de Bitcoin con Eric y Donald Trump Jr. como inversores. El nuevo negocio, llamado American Bitcoin Corp, quiere ser el “mayor y más eficiente minero puro de Bitcoin del mundo” y planea operar 76.000 máquinas en Texas, Nueva York y Alberta. Para conseguir esa cantidad insólita de mineros, recurrió a Bitmain.

Documentos corporativos muestran que American Bitcoin acordó comprar 16.000 equipos de Bitmain por 314 millones de dólares. En lugar de pagar en efectivo o recurrir a deuda tradicional, la empresa comprometió 2.234 BTC para asegurar el hardware. La estructura es lo suficientemente inusual como para que un ex abogado de cumplimiento de la SEC dijera a Bloomberg que los términos probablemente deberían figurar en una divulgación más detallada.

Ese solo acuerdo resume el problema de dependencia en miniatura. Un minero de alto perfil, vinculado a la familia del presidente, está apostando miles de Bitcoin y ambiciosos objetivos de crecimiento a un proveedor chino que está bajo investigación de seguridad nacional. Los funcionarios ya temen que el acuerdo genere conflictos de interés para una administración que quiere convertir a EE.UU. en la “capital cripto del mundo”.

Pero, a pesar de la enorme cantidad de energía que quieren dedicar a minar Bitcoin, los hijos del presidente son solo una gota en un mar muy, muy grande. En la última década, los mineros estadounidenses han instalado cientos de miles de unidades de Bitmain en todo el país. El negocio de crear nuevos Bitcoin en Norteamérica descansa casi enteramente sobre los hombros de los Antminers, impulsados por chips y código que nunca fueron diseñados para soportar este nivel de tensión geopolítica.

Así que cuando se pregunta qué pasa “si Bitmain recibe un golpe”, en realidad se está preguntando qué sucede cuando el proveedor central de esa cadena se enfrenta a la política federal, no solo al riesgo de mercado.

Qué se rompe primero si Washington actúa

Cada minero serio mantiene una línea de hardware averiado. Porque los ventiladores fallan, las fuentes de alimentación se queman y las hashboards se dañan. Parte de eso se puede manejar internamente, pero una gran parte pasa por centros de reparación autorizados que forman parte del ecosistema Bitmain. La empresa enumera centros de reparación regionales y en el extranjero que cubren el mercado estadounidense, con rutas de envío que pasan por lugares como Arkansas, Dakota del Norte y Oklahoma.

Esa cadena es muy frágil y la más probable en romperse primero. Si el gobierno de EE.UU. opta por medidas duras, como incluir a Bitmain o a sus afiliados clave en una lista de entidades o imponer sanciones específicas, la palanca más fácil de accionar está en la frontera. Los repuestos podrían quedar en almacenes temporales hasta que pasen por aduana para “revisión”. Un proceso que solía tomar días podría extenderse a semanas mientras abogados y equipos de cumplimiento revisan las nuevas reglas.

Para una sola operación minera, el efecto se notará lentamente. La disponibilidad bajaría algunos puntos a medida que más máquinas queden inactivas esperando repuestos, y la pila de unidades fallidas en el sitio seguiría creciendo. Los operadores con bolsillos profundos, por supuesto, podrán acumular repuestos y cubrirse con un segundo proveedor. Pero los mineros más pequeños, que compraron unos pocos contenedores de equipos con financiamiento estructurado y no tienen un depósito lleno de placas de repuesto, serán los que sientan el estrés real y rápido.

Luego vendrían los pedidos más importantes.

Si Red Sunset termina con medidas más suaves, como licencias adicionales para chips específicos o revisiones de exportación obligatorias, Bitmain podría seguir enviando pedidos de S21 y T21 a EE.UU., pero con un cronograma más lento. Un minero que esperaba plazos de seis semanas podría fácilmente enfrentarse a tres o más meses de espera, además de papeleo. Si el resultado es más duro, y Bitmain termina restringido para ciertos compradores estadounidenses, esos pedidos podrían pasar de ser capacidad programada a convertirse en incógnitas.

Debido a que el sector está fuertemente financiado, el tiempo perdido no es solo tiempo perdido: es tiempo más intereses, cláusulas y directrices de capital. Un minero que cotiza en bolsa y ha dicho a los inversores que alcanzaría cierto número de exahash para un trimestre específico ahora tiene que explicar por qué el equipo está atascado en algún punto entre Shenzhen y Houston.

En cuanto la incertidumbre golpea la cadena de nuevas máquinas, el mercado de segunda mano se enciende. Los Antminers más antiguos que estaban cerca del retiro de repente se ven atractivos, siempre que su eficiencia no esté demasiado lejos de la curva. MicroBT y Canaan, los principales competidores de Bitmain, ven a sus equipos de ventas muy ocupados muy rápido.

Pero ellos tampoco tienen un depósito mágico lleno de equipos de alta eficiencia. Tienen sus propios cuellos de botella de producción, asignaciones de chips y entregas prometidas. Si los mineros estadounidenses intentan cambiar de proveedor en masa, los plazos de entrega de hardware alternativo también se alargan. Parte de esa brecha se cubrirá con rutas grises, equipos enviados a través de terceros países o comprados a intermediarios que aún pueden acceder al stock de Bitmain sin violar las reglas estadounidenses.

Tres caminos a partir de aquí

Desde afuera, es tentador pensar en términos binarios: o Bitmain es prohibido o no pasa nada. En la práctica, hay tres caminos generales.

En el primero, Red Sunset se desvanece silenciosamente. DHS sigue vigilando, tal vez presenta algunas recomendaciones internas, y el gobierno decide que las prácticas actuales de seguridad industrial, segmentación de red y auditorías de firmware son suficientes para gestionar el riesgo. Bitmain sigue siendo políticamente incómodo pero comercialmente disponible. Los mineros diversifican un poco más hacia MicroBT y Canaan, pero la estructura básica de la flota estadounidense se mantiene intacta y el crecimiento del hash rate sigue una trayectoria similar a la actual.

En el segundo, Bitmain es empujado a una caja controlada. Eso podría significar acuerdos formales de mitigación donde la empresa debe cumplir estrictos estándares de certificación de firmware, someterse a auditorías de terceros y limitar ciertos trabajos de reparación y ensamblaje a socios nacionales verificados. Las exportaciones podrían requerir licencias adicionales y los sitios de alto riesgo, como los cercanos a infraestructura crítica o instalaciones militares, podrían enfrentar reglas especiales.

Esa versión es molesta más que catastrófica para los mineros. Los plazos se alargarán, los costos legales aumentarán y los ingenieros pasarán más tiempo demostrando que sus operaciones cumplen con el nuevo estándar de seguridad que fije Washington. El hardware seguirá fluyendo, claro, pero con más fricción y un mayor costo total por terahash instalado.

El tercer camino es el que todos los operadores temen: sanciones o inclusión en la lista de entidades que afecten directamente las ventas, el soporte de firmware y la compensación en dólares. En ese escenario, el equipo de Bitmain se vuelve tóxico para los compradores regulados de EE.UU. casi de la noche a la mañana. Los centros de reparación tienen dificultades para mover repuestos a través de las fronteras. Las actualizaciones de software quedan congeladas en una zona legal gris. Las flotas existentes pueden seguir funcionando, pero sus dueños deben pensar muy bien cuánto tiempo quieren seguir dependiendo de un proveedor que no puede dar servicio ni actualizar sus máquinas.

El hash rate no colapsaría, porque esto no es Huawei en la red central. Pero los planes de crecimiento se verían afectados. Mucha capacidad que debía conectarse a las redes estadounidenses en los próximos dos trimestres se retrasaría o mudaría al extranjero, y la narrativa de que la minería de Bitcoin se está convirtiendo en una industria dominada por EE.UU. y amigable con la red eléctrica empezaría a verse menos sólida.

Por qué esto importa más allá de la minería en Twitter

En la superficie, esta es una historia de nicho sobre retenciones aduaneras, pero en el fondo, es una prueba de cómo EE.UU. trata la infraestructura física de Bitcoin.

Washington ya ha decidido que la ubicación de la minería puede importar, como aprendió Wyoming cuando su instalación vinculada a China cerca de una base de misiles fue cerrada. Tiene una investigación activa sobre el hardware de Bitmain, con agentes desarmando equipos y abogados debatiendo si los ASIC fabricados en China deben ser tratados más como equipos de telecomunicaciones que como tarjetas de juego. Y tiene a una familia presidencial cuyo principal emprendimiento minero está vinculado, por contrato, a ese mismo proveedor.

Si el gobierno retrocede o solo da un tirón de orejas, el mensaje es que la capa industrial de Bitcoin puede vivir bajo alta vigilancia pero seguir funcionando dentro de un mercado global de hardware. Si empuja a Bitmain a una caja restringida, el mensaje es muy diferente. Los mineros lo verán como el inicio de una campaña más amplia para localizar o al menos reducir el riesgo de partes clave de la cadena minera.

Para todos los demás, el riesgo está un nivel más arriba. El presupuesto de seguridad que protege a Bitcoin se paga a través de estas máquinas. Cuanto más caro, complicado y políticamente problemático se vuelva operarlas en EE.UU., más de ese presupuesto se trasladará a otro lugar.

La pregunta principal es qué se rompe primero dentro de la máquina minera si Bitmain recibe un golpe. La pregunta más silenciosa es si EE.UU. quiere esas máquinas funcionando en su propia red eléctrica o prefiere empujarlas al patio trasero de otro.