Incluso el exnovio del padre de ChatGPT fue robado por más de 10 millones de dólares, ¿cuán loca es la ola de robos en el extranjero?

Solo este mes, la industria de las criptomonedas ha experimentado al menos tres graves casos de robos en el mundo real.

Para los delincuentes, obligar a alguien a revelar la contraseña de su wallet de criptomonedas es claramente más rápido y fácil que robar todo el efectivo de una casa o el PIN de una tarjeta bancaria.

Aún peor, los hábitos de vida de los criptoinversores son de por sí de “alta exposición”: presumir de riqueza en Twitter, aparecer en conferencias, ser mencionado en artículos, usar Wi-Fi inseguro, o incluso simplemente asistir a un evento del sector... Todo esto deja pistas en la sombra, indicando quién es el “cripto-millonario” que merece ser vigilado.

El exnovio de Sam Altman sufre un robo en su domicilio

Varias calles cercanas al barrio Mission Dolores de San Francisco pertenecen a la comunidad de capitalistas de Silicon Valley y nuevos ricos tecnológicos. Zuckerberg poseía una mansión valorada en 31 millones de dólares cerca de la esquina. Y fue precisamente en esta comunidad de élite tecnológica donde ocurrió el robo.

Las imágenes de vigilancia de ese día muestran a un hombre vestido con una sudadera oscura con capucha, gafas de sol y guantes, llevando una caja blanca, caminando lentamente por la acera limpia hacia la puerta. Sus pasos eran firmes y naturales, como si fuera un repartidor habitual.

Sospechoso captado por la cámara de vigilancia del propietario, fuente: The New York Times

Solo un detalle en las imágenes de vigilancia reveló algo inusual: al acercarse a la cámara, giró deliberadamente la cabeza para mantener su rostro en la sombra. El timbre sonó dos veces.

“Busco a Joshua, tengo un paquete que necesita ser firmado.” La voz del sospechoso era estable, sin ninguna emoción.

El propietario abrió la puerta al oír la voz, y el sospechoso siguió el guion: buscó en sus bolsillos, fingió no encontrar un bolígrafo y pidió “¿podría prestarme uno?”. Fue en ese gesto aparentemente inocente cuando, aprovechando que el propietario se giró, el sospechoso entró en la casa.

La policía luego describió el incidente en su informe de manera contenida: el sospechoso mostró un arma, ató a la víctima con cinta adhesiva y le amenazó para que entregara el acceso a su wallet de criptomonedas.

La realidad fue mucho más cruel que la versión oficial. Según fuentes cercanas, el sospechoso no solo amenazó. Tras atar a la víctima, activaron el altavoz del teléfono y un cómplice con acento extranjero, al otro lado de la línea, fue leyendo uno a uno los datos personales de la víctima. Mientras tanto, el hombre armado golpeaba al propietario para comprobar si decía “la contraseña correcta”. Era una tortura cuidadosamente diseñada: asegurarse de que la víctima, aterrorizada, no se atreviera a mentir.

Durante noventa minutos, el sospechoso vació todas las wallets frías y calientes de la víctima. Se llevó el móvil, el ordenador y finalmente transfirió aproximadamente 11 millones de dólares en criptomonedas antes de huir.

Cuando llegó la policía, el propietario estaba cubierto de hematomas, pero aún consciente.

Pero como mencionamos antes, quienes viven en este barrio no son personas comunes. Con la intervención de los medios, la identidad de la víctima salió a la luz. El propietario es Lachy Groom, de 31 años, exejecutivo de la empresa de pagos Stripe y, aparentemente, un multimillonario. También fue pareja del cofundador de OpenAI, Sam Altman, con quien mantuvo una discreta relación antes de que Altman se casara en 2024.

Sam Altman y Lachy Groom en una foto de redes sociales de 2014

La casa donde ahora vive Lachy Groom fue comprada en 2021 por 1.8 millones de dólares al hermano de Sam Altman. Los medios confirmaron que Joshua, quien también vivía en la casa (el nombre que el sospechoso mencionó como destinatario del paquete), es un inversor del círculo de Silicon Valley.

Por lo tanto, esto fue claramente un “ataque físico” planificado y dirigido con precisión. El sospechoso conocía el nombre, dirección, rutinas del propietario e incluso los posibles activos dentro de la casa.

El caso ganó notoriedad porque un amigo de la víctima, Garry Tan, CEO de Y Combinator, publicó el video de vigilancia en redes sociales, obteniendo gran difusión. Escribió: “El tiempo es crucial, debemos encontrarlo.” Aunque el tuit fue eliminado rápidamente, el debate ya se había extendido por los círculos tecnológicos y cripto de San Francisco.

Robo con granadas falsas en la oficina de una plataforma de trading

Los robos a bancos son comunes, pero los robos a oficinas de plataformas de trading son mucho menos frecuentes.

En San Petersburgo, noviembre suele ser más frío y húmedo que otros meses. Al atardecer del 22 de noviembre, en una plataforma de trading de criptomonedas ubicada en un edificio tipo apartahotel, la afluencia de personas no era alta cuando un joven de 21 años abrió la puerta.

Llevaba ropa normal y una mochila abultada, parecía más un cliente ocasional de OTC.

Pero en cuanto la puerta se cerró, sacó rápidamente dos “granadas” de aspecto realista de la mochila, que explotaron con dos estruendos en el espacio reducido. Inmediatamente después, encendió una bomba de humo; el humo blanco y picante se extendió rápidamente, sumiendo la oficina en el caos.

A través del humo, gritó con voz ansiosa y temblorosa: “¡Transfieran todos los criptoactivos de la plataforma... a esta dirección de wallet!”

Por suerte, estas granadas simuladas explotaron como petardos, lanzando bolitas de plástico sin causar daños letales.

Pero el personal, acorralado entre sus asientos y las esquinas, no podía ver si el atacante tenía armas reales ni saber si tras la bomba de humo había algo más peligroso. Los segundos parecían minutos; las pantallas de los ordenadores brillaban entre el humo mostrando los saldos, y solo se oían dos sonidos: el siseo de la bomba de humo y la respiración agitada del sospechoso.

Según la policía, el joven era de la región 47 de Leningrado, desempleado y sin cómplices claros. Antes de irrumpir en la oficina, había planeado el ataque y posiblemente confirmado el horario y la ubicación. Los residentes locales especulan que pudo haber perdido mucho dinero en el mercado cripto y que intentó “recuperar su capital” de forma desesperada y temeraria.

Por suerte, el caos duró solo unos minutos. Antes de que el humo se disipara, la policía de San Petersburgo y la Guardia Nacional ya habían llegado, acordonando la zona. El sospechoso fue reducido en la oficina, sin causar más daños ni lograr forzar transferencias. En su mochila se encontraron otras dos granadas simuladas sin detonar.

Cuando llegaron los expertos en explosivos, confirmaron que eran “herramientas tácticas” usadas en juegos de airsoft. Estos dispositivos no causan daño real, pero sí suficiente intimidación y efecto de humo. En otras palabras, fue un robo basado en “armas falsas” y “pánico real”, pero el atacante fue reducido antes de que el pánico surtiera efecto.

El joven de 21 años fue investigado bajo el artículo 162 del Código Penal ruso (robo) y permanece detenido. El Ministerio del Interior y los medios locales no revelaron el nombre de la plataforma, pero un registro público indica que en el edificio operaba la plataforma de criptomonedas Yzex.

El olor a humo en el pasillo no se disipó hasta la mañana siguiente, y aún se podían ver bolitas de plástico en las esquinas. Fue un robo poco profesional pero lo suficientemente absurdo como para alertar a los trabajadores del sector cripto, especialmente a los empleados de plataformas de trading.

En las afueras de Oxford, secuestro en carretera

En noviembre, los días son cortos y las noches largas en el Reino Unido. La humedad de las afueras de Oxford cae antes del anochecer, cubriendo los cristales del coche como una fina niebla. La tarde del día 4, un coche que iba de Oxford a Londres circulaba por la carretera rural entre Kidlington y Yarnton.

En el coche iban cinco personas: tres mujeres y dos hombres. Todos iban de la ciudad universitaria a Londres y, según el plan, debían llegar antes del anochecer. El ambiente era relajado hasta pocos minutos antes del asalto.

Hasta que un BMW negro se acercó rápidamente por detrás. Al principio nadie le dio importancia, pensando que era la típica impaciencia de los conductores británicos. Pero al instante, un Hyundai Ioniq azul se cruzó por el lateral, obligándoles a detenerse en el arcén. Apenas se detuvieron, varias sombras salieron de una Mercedes-Benz Vito plateada.

En el instante en que abrieron la puerta del coche con fuerza, solo quedó el miedo en el aire. Los asaltantes, vestidos de negro y con pasamontañas, no dijeron una palabra de más, actuando como si lo hubieran ensayado mil veces. En menos de treinta segundos, ya estaban sentados en los asientos de las víctimas.

Lugar del robo

Los ladrones obligaron al conductor a desviarse hacia una zona más remota cerca de Five Mile Drive. El espacio dentro del coche era tan reducido que apenas se podía respirar. Los móviles fueron recogidos uno a uno y arrojados a la bolsa de los asaltantes; los gritos y los sollozos se mezclaban en el reducido espacio. Una mujer intentaba mantener la calma, mientras que uno de los hombres asentía continuamente, colaborando casi por instinto para no enfadar a los encapuchados.

El objetivo de los ladrones era claro y mucho más profesional que un robo común. Primero se llevaron un reloj de lujo valorado en 450,000 libras; solo el peso y el acabado del reloj delataban su valor. También robaron los móviles de las demás víctimas aterrorizadas.

Luego, el que parecía el líder mostró un móvil a la víctima: “Desbloquea la wallet. Ahora.” Así, la víctima tuvo que introducir la frase semilla, el código de verificación y confirmar la transferencia, todo bajo la atenta mirada de los ladrones. Los dedos de la víctima temblaban de miedo, la luz de la pantalla iluminaba su rostro y el sudor le corría por la mejilla.

El proceso duró treinta largos minutos, y finalmente unas 1.1 millones de libras (aproximadamente 1.44 millones de dólares) en criptoactivos fueron transferidos a la wallet indicada.

Cuando sonó la confirmación de la transferencia, los ladrones no dijeron nada más. Ordenaron detener el coche, abrieron las puertas y empujaron a las cinco personas fuera. El lugar era la zona de Five Mile Drive en Oxford, rodeada de casas bajas y el cielo gris-azulado del atardecer. Los ladrones abandonaron el coche y se marcharon en otro vehículo, tan rápido que las víctimas apenas pudieron asimilar lo ocurrido.

Las cinco víctimas estaban tan nerviosas que apenas podían mantenerse en pie al borde de la carretera. Una de ellas llamó a la policía de inmediato, con la voz temblorosa.

En los días siguientes, la policía actuó con rapidez y contundencia. Basándose en las imágenes de vigilancia, registros telefónicos y trayectorias de los vehículos, la policía del Valle del Támesis inició búsquedas simultáneas en Londres, Kent y Birmingham. El BMW negro, el Ioniq azul y la Mercedes-Benz Vito plateada se convirtieron en objetivos prioritarios.

En pocos días, cuatro sospechosos fueron detenidos y actualmente están en libertad bajo fianza, pero la investigación continúa. Incluye análisis forense digital, rastreo de criptomonedas, registros de matrículas y comparación de numerosas imágenes de CCTV en la zona del crimen.

Este tipo de delito ha sido clasificado en los informes internos de la policía británica como “robo organizado de alto valor de nueva generación”.